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miércoles, 9 de marzo de 2022

Reseña: Nii-chan de Harada

"¿Qué significa ser normal? Me gustaría que alguien me lo dijera. Y es que no logro encontrar la respuesta." 


FICHA TÉCNICA

- Título original: にいちゃん (Niichan)

- Autora: Harada (en japonés はらだ)

- Editorial española: Editorial Kodai

-Editorial japonesa: France Shoin

- Tomo único serializado en la revista Canna y publicado en tomo en el 2017

- Segundo puesto en los premios BL AWARDS en la categoría BEST Comics en 2018

- Traducción: Adrià Saborido Vert

- Páginas: 226

- Precio: 9'95€


SINOPSIS

De pequeño, Yui pasaba el tiempo con un chico mayor que él que vivía en el mismo vecindario. Un día, su madre lo descubrió y el chico se esfumó de su vida de repente. Yui no ha sido capaz de olvidarle desde ese fatídico día.

Después de mucho tiempo, se lo encuentra por la calle de casualidad. Pero ya no es el chico cariñoso que conocía…

OPINIÓN PERSONAL

Que llegue más obras de Harada siempre es una alegría para los fans de la mangaka, pero sobre todo la llegada de su obra más controvertida, dura, difícil de leer a ratos y dramática fue totalmente una sorpresa y una total alegría para servidora al ser la obra de la artista que más me gusta de todas las que ha diseñado hasta ahora. Porque si bien Harada es una autora muy particular con una forma única de dibujar, en Nii-chan sensei decide abordar uno de los temas más complicados que existen y una de las mayores lacras de la sociedad: la pederastia. ¿Y cómo puede una obra de esta temática ser mi favorita de la autora? ¿Qué es lo que ofrece Nii-chan al lector?

Antes de empezar dejar claro que esta obra no es para todos los públicos y que toca sensibilidades importantes de forma descarnada, cruda, sin miramientos y con contenido explícito sin censura (en la versión española) durante la adolescencia de nuestro protagonista. Así que si este tema te incomoda o te sientes incapaz de afrontar una obra con una temática tan complicada, no sigas leyendo esta reseña (o lee bajo tu propia discreción). Que quede siempre claro que nadie está obligado a leer toda obra de ficción, ni mucho menos todos los BL que lleguen a España. Y también que quede claro que quienes sí leemos estas obras merecemos el mismo respeto. 

Dicho esto, empezamos.

Yui es un niño que suele ir por las tardes a visitar a su "Nii-chan", un chico joven que vive solo y con el que juega sin que nadie de su entorno familiar lo sepa. Su Nii-chan siempre es muy cariñoso con él y Yui, que no tiene amigos y el cual se siente solo a causa de que sus padres no están mucho en casa por el trabajo, ve en ese joven algo que va más allá de lo paternal. Las cosas se complican cuando su Nii-chan quiere ir más allá de los besitos y de las caricias inocentes. Yui, asustado, huye de él y su madre descubre que ha estado en contacto con un pederasta. A pesar del paso de los años, siendo ya un adolescente, Yui no ha podido olvidar al joven y, arrepentido por haber huido, lo busca entre la gente hasta que lo encuentra de casualidad. A partir de ese día, Yui volverá a tener una relación con su Nii-chan. 

Con su estilo descarnado y con su forma tan particular de contar una historia, Harada tiene la valentía, incluso la osadía, de hacer un manga tratando un tema demasiado escalofriante, y muy preocupante en la sociedad japonesa (y mundial en general) como es la pederastia y la pornografía infantil. Dentro de un tema tan candente, tan demencial, Harada nos traza una historia con dos personajes atormentados, traumados, a causa de haber sufrido un trato sexual por un adulto a una edad que no les correspondía. ¿Qué les sucede a las víctimas de algo así? Sensei nos plasma una posible versión de algo así, una visión donde mezcla realidad y ficción, donde nos muestra el daño emocional y psicológico que pueden desarrollar de adultos los niños que han sufrido esos abusos y que han distorsionado completamente el significado del término "amor" o "afecto". 

Cada página de Nii-chan es desgarradora. El relato no es fácil de digerir, porque Harada no pretende romantizar lo que está explicando, tampoco suavizarlo, sino todo lo contrario. Muestra el dolor, el sufrimiento de sentirse perdido, abandonado por la sociedad, no ser comprendido y sentirse que no encajas porque no eres normal. ¿Quién podría serlo después de haber sufrido algo semejante? Eso hace que la víctima, al final, se convierta en verdugo e intente plasmar su dolor y hacer partícipe de su sufrimiento a un inocente infringiéndole lo mismo que le han hecho a él. 

Lo que puede escocer a muchos en Nii-chan es el hecho de que sensei no demoniza a los personajes, porque no pretende hacer una tesis o sentar cátedra con esta obra de ficción. Como en todas sus obras, ella no pretende crear ejemplos o condenar ningún tipo de conducta turbia, malsana o tóxica. No. Ella no va a guiarnos de la mano para sacar nuestras propias conclusiones, tampoco pretende ser una jueza, sino hacernos reflexionar dejando planteadas distintas situaciones a lo largo de los capítulos. En ningún momento se nos permite olvidar, en ningún momento apoya una u otra cosa. Es el propio lector quien debe hacerlo, quien debe pensar qué está mal en la sociedad para que continúen ocurriendo estas cosas. Tanto es así que el final también te deja con más malestar porque en ningún momento es feliz, sino agridulce como solo lo puede ser las vidas de una víctima que siempre tendrá una marca, una mancha. 

Sobre la edición de Nii-chan quiero destacar algunas cosas (que ya se han ido comentando a lo largo de la semana en las redes sociales). No voy a entrar en la controversia de la portada de la edición española (he visto cosas peores siendo alabadas, como las cubiertas de La rosa de Versailles) y voy a señalar cositas mejorables que yo he visto sin ser una experta en la materia. La impresión no es del todo nítida, teniendo un aspecto mínimamente borrosillo, semejante a lo que  también ocurría en el tomo de Yamada y el chico, que contrasta con el texto de los bocadillos que sí es nítido. La rotulación necesita un pelín de mejora porque en ocasiones hay bocadillos donde no hay a penas espacio en blanco y satura al ojo del lector. Rotular a Harada no es fácil, y en esta obra hay bocadillos bastante complicados, así que es todo un reto hacerlo y el resultado, aunque mejorable, no impide disfrutar de la lectura. Puntos fuertes tiene: no hay moiré y no tiene censura. 

La traducción de Adrià Saborido es muy buena y me ha gustado muchísimo. No se censura ninguna expresión basta tan típicas de Harada, ni el lenguaje soez y las voces de los protagonistas está perfectamente conseguida. Hay alguna erratilla, pocas, que con una revisión se soluciona y que son errores humanos.  

En su conjunto, Nii-chan es una obra que, si bien no es apta ara todos los públicos, eso no le resta el que no sea un manga redondo (un superventas en Japón con 17 reimpresiones y más de 500.000 copias vendidas y anunciado también en Italia por la editorial Jpop), una historia profunda, desgarradora y que se lee con impotencia, un nudo en la garganta y con lágrimas en los ojos. Pero, entre medias a todos esos sentimientos, es imposible que no podamos sentir empatía, hasta ternura, porque tanto Yui como Kei son dos personajes tan humanos, tan rotos, y tan necesitados de amor, cariño y comprensión que deseas que sean felices y que encuentren la estabilidad y el amor que necesitan.  
 

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