sábado, 28 de abril de 2018

Microcuento: Mi estación favorita

Buenas a todas y todos, bibliotecarios perdidos entre mundos.

A raíz de los acontecimientos en España con el caso de "La manada", he escrito un microcuento con el que espero que muchas personas entiendan por el miedo que una mujer debe pasar por culpa del machismo, por culpa de una educación donde la mujer se ve como un objeto, como una posesión, como algo sexual que pertenece a cualquiera que la mire.

Muchos besos y ánimos a todas esas mujeres que han padecido algo semejante. Sois luchadoras y unas supervivientes de una historia que debería terminar de una vez por todas.

Mi estación favorita

¿Nunca os han preguntado cuál es vuestra estación del año favorita?

Sí, estoy segura de que sí.

¿Qué habéis respondido?

¿Verano para poder ir a la playa?

¿Primavera por el tiempo agradable que no es ni frío ni calor?

¿El otoño por las frutas de temporada?

¿O el invierno para poder ver la nieve?

¿Qué cuál es mi estación favorita, me preguntas?

Una en la que no tenga miedo.

No importa que sea invierno, primavera, verano u otoño. La noche siempre llega, la noche cae y los monstruos de pesadilla salen a la calle, como buitres hambrientos de locura e injusticia.

En manada para denostar más poderío, arrogancia y superioridad.

A todas nos enseñan a ser señoras de nuestras casas, niñas que tienen que llegar antes de que se ponga el sol y la oscuridad se haga dueña de todo aquello que nos rodea. ¿A quién no le han advertido hasta la saciedad que no andemos sola por la noche?

Que vayamos acompañadas en todo momento.

Pero siempre llega un momento en el que alguien debe regresar en soledad, con el temor, con el pánico en el corazón; mirado a cada instante, escrutando la calle en pos de una sombra fuera de lugar, atenta ante el más mínimo sonido que desboque todavía más un corazón asustado. Deseando no encontrarse con nadie. Deseando ser más rápida y llegar a la seguridad de las cuatro paredes de su habitación para poder acallar todos sus miedos bajo sábanas calientes y acogedoras.

Muchas tienen la suerte de traspasar el umbral de sus portales y respirar tranquilas, sonreír de alivio, ponerse una mano en el pecho, mirar hacia el techo y cerrar los ojos mientras piensa: estoy a salvo.

Otras no tienen esa fortuna. El mal, la bestia con sonrisa malsana, diabólica y envenenada; sale de las sombras y engulle todo a su paso. Ella lucha, intenta escapar, no lo consigue y muere o acaba tan atontada que no sabe ni dónde está. Otras se quedan quietas, en shock, esperando que todo acabe, obedeciendo lo que siempre le han dicho desde que tiene uso de razón: quédate quieta, cierra los ojos, cuenta hasta cien y todo habrá pasado.

Porque en el fondo es culpa tuya.

Porque tú has instigado.

Tú has consentido.

Tú has salido a la calle saltándote el toque de queda.

Y de nuevo la misma pregunta mientras siento mi alma hecha pedazos, mi vida reducida a cenizas que se va llevando el viento poco a poco; acabando con lo que una vez fui y que jamás volveré a ser : ¿cuál es tu estación favorita?

Una en la que no tenga que correr para llegar antes a casa.

Una en la que la noche brille con paz y seguridad.

Una en la que no tema por mi vida.

Una en la que se me trate como un ser humano.

Una en la que no se me agredan por ser mujer.

Una en la que no deba luchar por mi vida.

 

2 comentarios:

  1. Has descrito a la perfección ese sentimiento. Ese miedo que vivimos todas siempre, o casi siempre, cuando debemos salir de casa o hacia ella tras ponerse el sol. ¡Me encantó! Aunque siendo sincera, me encantaría más dejar de leer estos relatos/cuentos,porque el día en que dejen de existir significará que hemos ganado esta lucha. 💜

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    1. Gracias, Ailin. La verdad es que, gracias a lo que sea, jamás he sido atacada por ningún hombre, pero siempre que he tenido que volver a casa de noche, o he salido super temprano por la mañana, no había ni un sólo instante en el que tuviera miedo.
      Y concuerdo contigo, ojalá no tengamos que escribir estas cosas tan tristemente reales y que podamos dejar de luchar algún día por nuestra igualdad.
      Muchos besos.

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