lunes, 15 de abril de 2024

Reseña: No soy un monstruo: La historia de un chico gay de Kazuki Minamoto

 "Solo quiero que me aceptes por quien soy de verdad"


FICHA TÉCNICA

Título original: Kaijuu ni Natta Gay (en japonés 怪獣になったゲイ) 

Autor: Kazuki Minamoto (en japonés ミナモトカズキ)

- Editorial Española: Distrito Manga

- Editorial Japonesa: Enterbrain - Kadokawa

- Tomo único, que empezó como dôjinshi, publicado por la editorial Enterbrain- Kadokawa en el año 2021

-  Seinen, slice of life, LGBTIQ, crítica social, drama, superación personal, aceptación, salud mental

- Traducción: Alèxia Miravet (Daruma Serveis Lingüístics, SL)

- Páginas: 264

- Precio: 9'95 €

- Gracias a la editorial por la copia para su reseña


SINOPSIS

Una desgarradora historia de Kazuki Minamoto, en la que, a través de las emociones de un adolescente, seremos testigos del ostracismo que sufre el colectivo gay.

Takashi Arashiro es un joven estudiante que es acosado día tras día en el instituto por su orientación sexual. Por si esto fuera poco, el amor que le profesa a Kuroda, su profesor, no es correspondido, y el chico desea con todas sus fuerzas ser otra persona. Sin embargo, cuando escucha los prejuicios de Kuroda sobre el colectivo, Takashi, carcomido por la culpa y el odio, acaba por transformarse en una criatura monstruosa. De ese modo, las emociones de este joven se convierten en el catalizador de una exploración personal y social de la experiencia del colectivo LGTBQ+.



OPINIÓN PERSONAL

Como mujer bisexual, sabéis que el 90% de mis lecturas son BL o, en su defecto, historias con contenido LGBTIQ tanto en cómics como en novelas. Para mí, leer obras donde se hablen de personas del colectivo al cual pertenezco es un modo de sentirme arropada y comprendida, máxime porque en mi adolescencia, el momento cuando más necesitaba de este contenido para poder entender muchas cosas que experimentaba, no estaban a mi alcance. Por ello, cada vez que se publica algún manga no BL, pero protagonizado por personas del colectivo, me gusta leerlos y, en este caso, No soy un monstruo es una obra que ya me había llamado la atención por su espectacular portada y el título tan demoledor. 


No soy un monstruo
es un tomo único compuesto por una serie de dôjinshi que Kazuki Minamoto comenzó a publicar en una convención de dôjinshi y que, finalmente, se volvieron en el tomo único que tenemos en España gracias a Distrito Manga. Este manga es una fuerte crítica social, un canto crudo y cruel sobre la homofobia inherente en el sistema social y cultural japonés, un canto de comprensión a aquellas personas que no son "normales" y que tienen miedo de que se descubra lo que son por las personas que aman. Una luz brillante a la luminosa y liberadora autoaceptación.  

"Me gustaría ser alguien distinto que no sea homosexual."

El día a día de Arashiro en el instituto es un infierno. Desde que se mudó a Tokio, no ha habido un solo día donde no haya recibido el acoso injustificado de sus compañeros. Arashiro supone que es por su color de piel, porque nadie sabe que es gay. Todavía. Si es capaz de soportar esa tortura es gracias a los sentimientos que le profesa al profesor Kuroda, el hombre del cual se ha enamorado. Pero cuando descubre que Kuroda es un homófobo, ya nada tiene sentido para él. Encerrado en el baño, y profundamente herido en el corazón, Arashiro desea con todas sus fuerzas no ser homosexual y ser cualquier otra cosa. ¿Acaso la gente cree que él quería nacer siendo gay? ¿Que él ha podido elegir por quiénes se siente atraído sexualmente? Entonces se oye un crack y Arashiro deja de ser el joven que había sido, no así de ser homosexual, para convertirse en un monstruo.

Utilizando la metáfora del monstruo como una alegoría para mostrar aquello que la gente ve de las personas que no son cis hetero, Kazuki Minamoto crea una obra con una fuerte crítica social hacia una sociedad homófoba que no permite la diversidad y que, con ello, sume en el ostracismo y en la oscuridad a las personas que se salen de lo socialmente canónico. 

Hace tiempo que Arashiro sabe que es gay y, si bien eso le supone cierta ansiedad y lo guarda en secreto, antes de mudarse vivía su adolescencia feliz rodeado de amigos. Pero, desde que llegó a Tokio, las cosas han ido cuesta abajo y sin frenos. Solo, acosado diariamente por Naruse y su pandilla de matones, Arashiro sufre en silencio mientras se consuela con la simpatía que le demuestra Kuroda, uno de los profesores del centro que se ha colado en su maltrecho corazón. El fortín de naipes que había construido Arashiro a su alrededor se cae cuando escucha una conversación del profesor Kuroda donde muestra, abiertamente, su repulsa y rechazo a los hombres homosexuales. Descubrir que su misma esencia, que parte de lo que es él, repugna a la persona a la que quiere, lleva al muchacho a despreciarse a sí mismo; a odiarse por ser homosexual y desear ser otra cosa: ser heterosexual. Pero su deseo no se cumple de la forma esperada y, con una horripilante cabeza verde de monstruo, Arashiro deja su humanidad atrás para tornarse en un monstruo, aquello que los demás y él mismo ven en vez de al ser humano. Ahora que es un monstruo, Arashiro no solamente ve que el acoso que sufre es completamente diferente, sino que, en su nueva condición, puede sacar a flote no solamente su orientación sexual, sino todas aquellas frustraciones que cargaba. Los temores y los miedos han sido tragados por el monstruo en el que ahora se ha convertido.   

No soy un monstruo no es solamente la historia de Arashiro, también es el relato donde se ven envueltos dos personajes más interconectados con nnuestro protagonista principal: Kuroda y Naruse, dos elementos fundamentales para el desarrollo de la narración, de Arashiro y para mostrar dos distintos arquetipos de personas que rechazan la homosexualidad por razones distintas.

Siendo un profesor que se cree comprensivo y que cuida a sus alumnos, Kuroda es un hombre superficial que no se detiene a ver realmente su alrededor ni busca entender los sentimientos de nadie. Intentando ser el profe perfecto, y que está ahí siempre para apoyar a sus alumnos, se queda más horrorizado cuando se entera de que Arashiro es gay que cuando ve su extraña cabeza monstruosa. Siguiendo su papel de profesor intachable, Kuroda intentará ayudar a su alumno, pero sin realmente ver qué lo carcome y quién y qué es realmente lo que le ha hecho daño hasta tal punto de tornarse un monstruo.  

El tercer vértice de esta historia triangular es Naruse, un compañero de clase de Arashiro y el culpable de que el chico sufra acoso. Yendo de chulo y siempre seguido de sus amigotes, el chaval no duda en seguir acosando a Arashiro, y con más saña, una vez se vuelve un monstruo horrible que sale del armario como quien no quiere la cosa. Odiándolo con todo su ser, en realidad Naruse esconde mucho dolor y sufrimiento que no es capaz de procesar y de verbalizar, viendo a Arashiro como a esa persona que a él le gustaría ser, pero que es completamente imposible de materializar. Teniendo mucho en común acosador y acosado, a través de sus viscerales interactuaciones, ambos acabarán entendiendo al otro y profundizando en sus propios sufrimientos y en la verdad de su interior.

Madura, adulta y con la representación del odio social y el miedo hacia las personas LGBTIQ, Kazuki Minamoto ha creado un monstruo que va más allá de la cabeza de Arashiro para narrar la crueldad que viven las personas no cis hetero en Japón, sí, pero que se puede extrapolar a casi todas las regiones del globo terrestre. 

No soy un monstruo, tal y como dice su título, es la historia de un chico gay que sufre simplemente por su orientación sexual, condenado socialmente porque le gusten las personas de su mismo sexo; haciendo con eso que sea el peor de los seres. Peor que un criminal, incluso. Un ser que no se merece ni respirar. Con la identidad negada, una persona se convierte en el peor de los monstruos. No hay nada peor para un ser humano que se le niegue quién es, que se reprima su libertad de ser. Porque el ser nos viene inherente al nacer y nadie puede elegir qué somos. Está en nuestra naturaleza, y negarla nos destruye como seres humanos y nos convierte en otra cosa, privados de nuestra humanidad. 

Realista, con una narración impecable, me ha gustado muchísimo cómo Minamoto nos cuenta la historia de un chico gay, un chaval cualesquiera que podría ser cualquier chico gay del planeta. Podrías ser tú, incluso podría haber sido yo misma. Siendo una historia universal, tratando una problemática que no es exclusiva de ningún país de la Tierra ni de ningún tipo de orientación sexual, Minamoto nos muestra a protagonistas complejos psicológicamente, un protagonista redondo que razona, piensa y evoluciona a lo largo de la obra mientras debe aceptar qué y quién es. 

El mensaje final de la obra es uno luminoso, aunque el camino sea farragoso y espinoso, Minamoto no quiere relatarnos un drama lacrimógeno y lleno de autocompasión. No soy un monstruo es una historia de rebeldía, de visibilizar la cara oscura de la sociedad, una obra que muestra aquello de lo que no se busca hablar ni normalizar para representar lo que la sociedad intolerante hace en los seres humanos. Y lo hace de una forma increíble: sensible, pero punzante; realista, pero revestida de humor negro. En definitiva, es una lectura obligatoria y que las personas de dentro y fuera del colectivo necesitan por las razones que he ido dando a lo largo de la reseña y de las que me reservo para que el lector las descubra. 

La edición española de Distrito Manga es de tamaño b6, con sobrecubierta, con todas las páginas en blanco y negro. La calidad general de la obra sigue la estela de todos los mangas que han publicado hasta la fecha y es más que correcta, cumpliendo los estándares de calidad que debe tener un manga. Lo que más quiero destacar de la obra es su traducción, porque me ha parecido una delicia el trabajo de Alèxia Miravet y de todas las personas involucradas en la corrección del texto. El tono de voz de los protagonistas, las palabras utilizadas, las expresiones uasadas, los modismos... Todo está perfecto y colocado donde debe estar, sobre todo el que se haya usado lenguaje moderno y actual, pero sin exagerar para evitar que algunas expresiones actuales, pero de corta duración en el uso cotidiano, estén en el texto y que, a futuro, no se utilicen y la traducción quede desfasada y algo anacrónica. 

La reina recomienda No soy un monstruo, una lectura absolutamente obligatoria que ayudará a muchas persoans a darle una vuelta a las cosas y a ver lo que le rodeo con otros colores, a ver actitudes en las que no había reparado hasta entonces, a comprenderse a uno mismo o a comprender a los demás. El conocimiento nos hace libres porque nos libera del temor que nos produce lo desconocido.   



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