"Y las cosas que antes no podían hacerse realidad, ahora sí pueden cumplirse"
SINOPSIS
Nada parece detener el amor que Kenta y Yashiro sienten el uno por el otro, y ambos están dispuestos a vivir su relación abiertamente a todos los niveles. Pero cuando las familias se meten de por medio, la situación parece complicarse entre ellos dos. Ha llegado el momento de descubrir qué los separa y de reflexionar sobre la necesidad de aceptarse a uno mismo.
Lee las reseñas de los tomos anteriores aquí.
ANÁLISIS DEL TOMO
Después de muchas idas y venidas, finalmente, Yashiro y Kenta han asumido quiénes son y qué es lo que quieren ser el uno para el otro sin importar el sexo o género. Llega el desenlace de una historia donde, con una mezcla sobrenatural, Ayumi Komura quiere mandarnos el optimista mensaje que, hoy en día, no debemos esconder nuestros sentimientos ya que tenemos todo el derecho de amar a quien queramos.
Seguros de lo que sienten, de que quieren estar juntos para siempre, poco esperaban que llegaría tan rápida y abruptamente el incómodo momento de tener que rendir cuentas con sus familias y contarles la verdad. ¿Estarán dispuestas sus madres a aceptar su relación y de que no sigan el camino socialmente establecido? ¿Creerán en sus sentimientos sinceros?
En este perfecto tomo final, además, descubrimos la historia detrás de su Divinidad, de cómo llegó a convertirse en dios y por qué estaba tan interesado en Yashiro y Kenta. También incluye una historia autoconclusiva de corte yuri titulada "Alice" como broche final a un muy buen shôjo de temática LGBTIQ con una gran representación y visibilidad bisexual positiva.
ANÁLISIS DE LA OBRA
El camino ha sido largo en estos cinco tomos de El predilecto del dios para nuestros tres protagonistas principales Yashiro, Kenta y Rin los cuales han ido evolucionando y aprendiendo a base de prueba y error sobre sus sentimientos, sexualidad y deseos. Ayumi Komura ha hecho una obra muy completa con los capítulos justos, sin alargar ni estirar el chicle, donde ha tratado de dar una visión bastante grande de las distintas orientaciones sexuales y de cómo las personas las detectan, las comprenden y las aceptan.
En ese estado espiritual aparece ante el chico el dios del santuario que decide concederle un deseo. Yashiro, que no quiere rendirse respecto a Kenta, le pide al dios que lo devuelva a la vida, pero en el cuerpo de la mujer de ensueño de Kenta para, así, conquistarlo y estar con él de la forma canónica y socialmente aceptada. Lo que Yashiro no imagina es lo complicado que es ser una chica, cambiar su forma de ser y, sobre todo, hacer que Kenta se enamore de él. Porque para Kenta...
Para Kenta Yashiro es muchísimo más importante de lo que el susodicho piensa y no va a ser nada fácil que Kagura, la nueva identidad de Yashiro, conquiste al joven. Yashiro, o más bien dicho Kagura, tendrá la ayuda de Rin, la ex de Kenta y una chica que a él mismo le hizo tilín, pero que le dio calabazas por su mejor amigo. Rin, que sabe lo capullo y cerdo que puede ser Kenta, quiere prevenir a la chica sobre la verdadera personalidad de su ex, cayendo enamorada de Kagura sin remedio. Esto hará que Rin decida mover ficha con Kagura, a pesar de ser su amiga y ayudarla con el tema de Kenta.
Y es que estos tres chavales van a descubrir que la orientación sexual de alguien no es blanco o negro, no es lo que la sociedad nos hace creer y que los sentimientos humanos son más complejos que un simple término. No es para nada raro o extraño que descubras que no eres hetero cuando te enamoras de alguien de tu mismo sexo. Ser bisexual no es enamorarte de todo hombre o toda mujer, sino que te enamoras simple y llanamente de la persona que se ajusta a tus gustos o la que te dicta el corazón sin razón alguna. Porque el amor es algo que nadie elige.
Partiendo con una narrativa coral, Komura nos narra desde varios puntos de vista este peculiar triángulo amoroso donde no solamente vemos sororidad entre Kagura y Rin, sino también una muy buena y positiva representación bisexual en el personaje femenino de Rin. Teniendo en cuenta que la bisexualidad es una de las orientaciones sexuales más maltratadas dentro y fuera del colectivo LGBTIQ, y que recibimos mucho odio por parte de personas que deberían apoyarnos por falsos clichés sobre que somos heteros indecisos, ver cómo Rin (además una mujer) se enamora de otra chica, lo reconoce como algo natural y pretende luchar por ella sin ambages, sin esconderse y de frente es maravilloso. Porque es valiente hacer algo así e indiscutiblemente mucho más sencillo de hacer en un manga de demografía femenina que masculina para no dejar las cosas en medias tintas o caer en clichés.
A pesar de que con Rin no hay problema en que la joven reconozca su bisexualidad (o con otro personaje secundario) sí que parece que haya uno con reconocer la de Yashiro y Kenta. Esa es la única pega que le pongo a El predilecto del Dios y es que entre ellos tengamos que tener el maldito cliché del gay for you. Que sí, que entiendo que tiene una razón de ser y su más que justificada explica en el último volumen, pero podría haber estado la misma explicación sin que con ello hubiera ningún problema en que ellos dejaran de insistir en que son heteros porque, claramente, no lo son.
Independientemente de esto, El predilecto del Dios es una muy buena obra LGBTIQ sin queerbaiting y, no me casaré de decirlo, un manga con una muy buena y realista representación bisexual que ojalá hubiera tenido yo en mi juventud cuando todavía estaba hecha un lío y no había sabido identificar mi orientación sexual.
Este manga es, sin duda, una de mis mejores lecturas del año y pasa a ser de mis shôjos favoritos. Si os gustó Confuso Primer amor, si os gustan BL como Sasaki y Miyano o Barreras del corazón, El predilecto del Dios os encantará por todo lo que os he expuesto y por otras muchas cosas que me he guardado.
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