"¿Hasta qué punto las costumbres y la forma de expresarme que me inculcaron de niño me han convertido en los que soy ahora?"
SINOPSIS
En el período Edo, las estaciones se van sucediendo. Así, un segundo verano viene al encuentro del estrecho lazo que ha forjado nuestra pareja. El corazón de Momoki encuentra sosiego en el cariño incesante de Manji, que le propina palabras de amor y caricias enternecedoras día y noche. Para proteger esta apacible vida, Manji ha comenzado a impartir clases de flauta.
Mientras disfruta de esta luna de miel, Momoki se encuentra por casualidad con Izayoi, uno de los kagema con los que trabajaba en el prostíbulo de niño. Cuando este le dice que sigue siendo un mantenido, como ya lo era en el burdel, Momoki siente que quiere estar a la altura de Manji.
¿Qué sucederá, entonces, cuando vuelva a cruzarse con Sen...?
- La primera edición viene con postal de regalo
- Leer las reseñas de los volúmenes anteriores
- Gracias a la editorial por el ejemplar de prensa para su lectura y reseña
ANÁLISIS DEL VOLUMEN
"El único meteoro para el que tengo ojos va caminando ante mí."
Ha pasado un año desde que los distintos caminos de Momoki y Manji se unieron y que ambos viven juntos. ¿Quién habría imaginado que las vidas de un exkagema y un exbombero de la Brigada antiincendios se unirían tanto y que se tornarían el bálsamo del otro? Porque, a pesar de las cuitas que tienen como cualquier otra pareja, su relación es igualitaria, sin toxicidad; llena de amor y lujuriosa pasión. En ese año, toda la tristeza y dolor que acarrea Momo en su corazón se ha apaciguado y, si bien no ha desaparecido, estar con Manji le ha aportado calma, sosiego y una estabilidad emocional que ha hecho que Momo pueda sonreír de auténtica felicidad y no tener que fingirla. Por primera vez, Momoki conoce lo que significa la verdadera felicidad, el amor y entregarse enteramente a otra persona por su libre libertad, derritiéndose de un placer deseado y no forzado.
"Quiero ser un hombre a la altura de Manji."
A pesar de que Momo ha empezado a trabajar en una escuela con niños, es muy difícil quitarse de un día para otro las costumbres que te han inculcado desde la niñez. Sin acostumbrarse todavía a las multitudes, las cuales lo ponen nervioso, y sin poder evitar hablar de la misma forma en que lo hacía cuando era un kagema, Momo se reencuentra con Izayoi, un compañero kagema y que ahora trabaja en el prostíbulo como mawashi bajo el nombre de Rokuya.
Este reencuentro, en vez de alegrar a Momo, hace que todo su pasado se le eche encima y que se sienta miserable, ahogado por ese maldito pasado que parece que lo perseguirá hasta la muerte y vuelva a sentirse que no es un hombre digno de Manji, alguien que es un referente para Momo, puesto que él no solamente ama a su pareja, sino que también siente admiración por todo lo que Manji representa.
Lleno de rabia y frustración por este reencuentro, Momoki terminará encontrándose por casualidad con un miembro de la Brigada Antiincendios Wo llamado Kintarô y un hermoso barquero llamado Kizashi. El encuentro con estos dos hombres, además del que había tenido con Izayoi, y un futuro encuentro con Sen, harán que Momoki tome una resolución firme y que deba crecer como persona para seguir defendiendo su relación junto a Manji y ponerla en valor ante todos los que los rodean.
Centrándose en Momoki y su crecimiento personal, además de introducirnos a Kizashi, personaje importante que tendrá un papel fundamental en la obra junto a Sen, Sawa Sakura trasporta al lector nuevamente en la época Edo y al día a día de Momo y Manji, dos hombres heridos y solitarios que, cuando se encontraron, comenzaron a vivir y a ser felices.
Llevando ya un año viviendo juntos, siendo felices a pesar de sus riñas, Momo intenta vivir como un hombre de bien junto a Manji, el hombre que lo encontró cuando más necesitaba una mano amiga y lo salvó de la soledad y el desasosiego. Cambiando su forma de vivir de forma drástica, Momoki trabaja e intenta ser un hombre independiente y aportar dentro de la convivencia junto a Manji, quien es su hermano jurado además de su pareja. Y Momo no podría estar más enamorado de Manji. Y es por ello que siempre desea otorgarle el máximo placer en la cama, disfrutando ambos de su sexualidad de forma fogosa, sana, recíproca e igualitaria, sin importar el rol de cada cual en el lecho.
Pero la felicidad que estaba sintiendo Momo se trunca cuando se reencuentra por casualidad con Izayoi, un excompañero kagema del burdel. El encuentro entre ambos hace sentir muy mal a Momo, tachado de mantenido, de alguien que sigue igual que cuando era un kagema y que no ha cambiado lo más mínimo en todo ese año en el que dejó de estar abierto de piernas en el burdel. Esto no solamente hace sentir rabia y frustración a Momo, sino que él mismo ya tenía en su corazón una espina clavada, espina que le hace querer ser un hombre digno de Manji; no ser menos que él para no avergonzarlo y poder ir con la cabeza bien alta a su lado.
Siendo un tomo muy completo, con unos primeros capítulos muy calmados y adorables llenos de amor y pasión entre Momo y Manji, Sawa Sakura se centra muchísimo en el personaje de Momo, en sus sentimientos y sus deseos, para hacerlo crecer y madurar bajo la presión y la adversidad de los prejuicios y ataques de los demás. Ataques injustos para una persona que no eligió ser lo que fue, pero sí que ha elegido lo que es ahora y lo que quiere ser en el futuro.
Y es que Momoki no eligió ser kagema, y serlo tampoco fue un camino de rosas para él, ya que nunca fue el prototipo ideal de kagema y tuvo que vivir multitud de vejaciones; soportando muchísimo dolor, siempre bajo el disfraz de una sonrisa que escondía un corazón roto en cientos de pedazos. Ahora este pasado, a pesar de estar bajo control gracias al amor y cuidados de Manji, parece no querer desaparecer a causa del propio Momo. Porque no es tan fácil cambio lo que uno fue, ni cambiar la forma de hablar o de comportarse, máxime cuando es algo que se ha inculcado siendo uno pequeño y ha sido una forma prácticamente su forma de vivir hasta hace relativamente poco.
Dispuesto a cambiar, a dejar claro que no quiere seguir siendo el que fue, que no es ningún mantenido, Momo toma la determinación de demostrar que está a la altura de Manji, de su amor y de que, ahora sí, dejará atrás a ese niño herido que fue un prostituto llamado Tsukihyakushi.
"Todavía me persigue la condena. Sobre el agua se refleja la sombra del gemelo que debía haber olvidado."
La segunda trama importante que se abre es la de Sen, el examante de Manji y, también, exmiembro de la brigada Wo junto a Kizashi, un nuevo personaje que aparece en este tomo y que es un bellísimo barquero, además del hermano gemelo del hombre que tatuó a Sen y que fue alguien muy importante y especial para él. No en vano, esta pareja tiene un tomo enteramente dedicado a ellos, el sexto, en el cual Sawa Sakura nos narrará su tormentosa y prohibida relación.
Cautivadora gracias a su trazo bello y hermoso como el de una pintura clásica, Momo y Manji es una de las mejores obras de ficción histórica que tenemos hoy en día en nuestro mercado; un precioso slice of life muy bien documentado que nos cuenta con una buenísima narrativa una historia humana, una historia llena de sentimientos y también con muchos mensajes sociales vigentes para hoy en día. Una obra llena de dolor, sí, pero sobre todo de mucho amor, esperanza y segundas oportunidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario