sábado, 8 de febrero de 2025

Reseña: El chico que me gusta no es un chico vol. 1 de Sumiko Arai

"La música no tiene piedad. Porque la escuchas una vez y ya te mueres por más." 




FICHA TÉCNICA

Título original:  Ki ni Natteru Hito ga Otoko Janakatta (en japonés 気になってる人が男じゃなかった ) 

Autora: Sumiko Arai (en japonés 新井すみこ)

- Editorial Española: Panini

- Editorial Japonesa: Kadokawa

- Serie abierta con 3 volúmenes publicada a través del twitter de Sumiko Arai. El primer tomo salió originalmente a la venta en Japón en el año 2024

-  Yuri, slice of life, girls'love, estudiantes, comedia romántica, vida escolar

- Traducción: Nuria Cimas Pita (Daruma Serveis Lingüístics, SL)

- Páginas: 184

- Precio: 12'95 €

- Ya a la venta


SINOPSIS

Aya es una adolescente que está en bachillerato y que se ha fijado en un chaval misterioso que trabaja en una tienda de discos. Sin embargo, ese chico por el que suspira es en realidad Mitsuki, una compañera suya que en clase pasa tan desapercibida como un fantasma. ¿Adónde las llevará un amor surgido de semejante encuentro?


OPINIÓN PERSONAL

¿Quién no ha oído hablar del yuri verde en redes sociales? Naciendo como una obra en formato digital a través de capítulos cortos de 4 páginas para publicarla a través de Twitter, Sumiko Arai ha creado un fenómeno de masas gracias a las redes sociales, que si bien pueden ser lugares tóxicos y malsanos, tienen también sus cosas buenas como es el caso de El chico que me gusta es un chico, un yuri slice of life de estudiantes de instituto que ha conseguido publicarse en papel y traspasar fronteras. ¿Por qué esta obra ha cosechado un éxito tan brutal? Pues ahora mismo os cuento los motivos, aunque ya os adelanto que dicho éxito es más que merecido.  

"¿No lo ves? ¡Siempre os quedará la música!"

Aya Oosawa es la típica pija de manual de la que nadie diría, a simple vista, que le gusta la música rock y la de grupos extranjeros occidentales consagrados. Un día, buscando un disco de Nirvana, Aya acaba en una tienda de discos donde se queda prendada del guapísimo dependiente, un chico vestido todo de negro con un estilzao increíble. Enamorándose a primera vista, Aya no puede evitar ir cada vez que puede a la tienda y, a su vez, chismear con sus amigas en el instituto sobre su chico y lo mucho que le gusta. Lo que Aya no imagina es que ese dependiente no es un chico, sino una chica y, para más inri, su compañera de clase y de pupitre: Mitsuki Koga. 

Mitsuki, que no quiere destacar ni llamar la atención en el instituto, se limita a pasar desapercibida todo lo que puede y esconde aquello que le gusta, pudiendo ser ella misma en la tienda de su tío donde trabaja en sus ratos libres. Poco esperaba que una de las pijas de su clase, Oosawa nada menos, fuera un día a la tienda y que le gustase la misma música que ella. ¡Nadie lo diría por su aspecto! Pero cuando descubre que Aya se piensa que es un chico y que, además, le gusta, Mitsuki no sabe qué hacer. Con temor de decirle la verdad y que su vida tranquila de instituto se vaya al traste, en muchas ocasiones piensa en confesarle su identidad sin ser, finalmente, capaz de ello. Esto hará que ambas vayan intimando más a raíz de las visitas de Aya a la tienda aunque, también, en el instituto se van dando situaciones de acercamiento entre ambas. 

Desarrollando un slice of life de primeros amores adolescentes, Sumiko Arai nos presenta un yuri (amor entre chicas) divertido, tierno y adorable, donde la música es capaz de unir a personas que, en un principio, jamás habrían pensado en relacionarse.

"Por un instante, me ha parecido que lo estaba viendo a él."

Aya es una joven que, aunque pija, le encanta la música rock de grupos angloparlantes. Fan de Nirvana o de los Foo Fighters, le gusta escuchar la música que ama a solas, ya que no hay nadie de su círculo que tenga sus mismos gustos musicales. Pero, entonces, el destino la pone en el mismo camino que el guapísimo dependiente de una tienda de música, y aunque no sabe su nombre, Aya está coladísima por él sin sospechar que el supuesto "chaval" está sentado al lado suyo, en su misma clase, y que es una chica llamada Mitsuki. 


A sabiendas de que necesita aclarar el malentendido con su compañera de clase, Mitsuki no sabe cuándo decirle la verdad a Aya, porque, además de que la joven quiere ser invisible y pasar lo más desapercibida que pueda en el instituto, tiene miedo de poder el buen rollo y todo lo que está construyendo con cada una de las visitas de su compañera a la tienda de discos de su tío donde trabaja.  

Presentando a dos personajes con caracteres y personalidades que parecen antagónicos, Sumiko Arai nos presenta a dos chicas que aman el mismo tipo de música y que es esta misma la que las unirá y hará que sus vidas se entrelacen. 

Mostrándonos una relación slow burn y con un formato de capítulo corto consecuencia de la publicación original por redes sociales, El chico que me gusta no es un chico parte de una lectura dinámica y rápida sin que esto haga que la historia quede inconexa en ningún momento entre los capítulos. Mostrando varios puntos de vista, principalmente los de Aya y Mitsuki, Arai nos muestra las dos caras de una misma historia y como las dos viven las mismas situaciones desde sus puntos de vista. Esto hace que podamos ver su psicología, meternos en sus mentes y comprender sus personalidades y sentimientos. 

Pero Aya y Mitsuki no son los únicos personajes de esta historia, sino que Sumiko Arai les da protagonismo a otros secundarios que son clave para la evolución y desarrollo de la relación de nuestras protagonistas. 

"Acabo de oír cómo mi ritmo encaja en perfecta armonía con el de otra persona."

Pero creo que una de las cosas más importantes de esta obra, más allá de la normalización que hay sobre el que te guste una chica, es el mostrar ciertos estigmas sociales que hay en todo el mundo cuando perteneces a lo que podríamos denominar "grupos sociales" o "tribus urbanas". En este caso encontramos a una pija y a una antisocial roquera con look andrógino que son una auténtica antítesis. Tenemos en Aya la típica pija superfemenina que va con ropa mona, siempre maquillada y a la moda que parece una superficial, y a Mitsuki, una chica andrógina que rompe con la feminidad hegemónica y socialmente aceptada que está en la imagen de la propia Aya, y que viste con aquellos colores que no se asocian con la imagen femenina. Nadie diría, por ejemplo, que a Aya le gusta el rock duro ni tampoco que puedan gustarle las chicas además de los chicos. Sumiko Arai rompe con los estereotipos sociales, los revienta, los pulveriza y muestra la complejidad humana y que las personas son más que su apariencia física. 

Volviendo al tema de la narrativa y al formato de esta obra, al haberse publicado a través de Twitter en formato digital y gratuito, la mangaka juega con el blanco, el negro y el verde, el color fetiche que ha denominado comúnmente a este yuri como "el yuri verde", color que se utiliza sobre todo para los fondos, ya que, mayormente, lo que más destaca son los personajes, siendo los fondos sencillos o inexistentes y haciendo que destaquen quienes deben hacerlo: Aya, Mitsuki y compañía. Independientemente de esto, el dibujo es chulísimo, muy característico y el color verde le da un toque único a esta obra que le va genial y que lo hace muy especial ya como formato, otorgándole una identidad propia. 

La edición que nos presenta Panini es tal cual la japonesa. De tamaño a5, tenemos un tomo con sobrecubierta y con páginas a color, además del resto en blanco, negro y verde. Desde la editorial han hecho un magnífico trabajo de edición y tenemos un tomo con muy buena rotulación (que fácil no habrá sido) y muy buena impresión interior, con el verde igual al original y todo impreso en papel normal, que no es satinado ni otro propio más para las obras con color sin que esto le reste calidad. La traducción corre a cargo de Nuria Cimas y, como suele ser habitual, ha hecho un buenísimo trabajo. Las voces de los personajes están muy conseguidas y también la jerga usada es muy actual, pero sin pasarse y sin utilizar lenguaje moderno pasajero que envejecería la traducción en poco tiempo. También se ha hecho un buen tratamiento al texto, con una buena corrección y he disfrutado muchísimo de la lectura. 


El chico que me gusta no es un chico ha sido una obra que me ha sorprendido muchísimo, pues no esperaba que me gustaría tanto y que tendría personajes más complejos de lo que puede parecer en un principio. Es cierto que es una obra con muchos clichés utilizados en miles de historias ya contadas, pero el que sea un yuri y que tenga un formato de capítulos tan cortos con una narrativa amena, natural, ágil y fresca hace que el lector se enganche, se encariñe con los personajes - que, además, están muy bien conseguidos y caracterizados -  y que desees ver cómo evoluciona esta historia de amor inesperada entre dos jóvenes inexpertas en el amor. 



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