«¿Por qué quiero que lama mi semen y el resto de fluidos de mi cuerpo?».
-Título original: Nameru Ijo wa Keiyakugai nanode! (en japonés 舐める以上は契約外なので!)
- Autora: Umako Hareya (en japonés 晴屋うまこ)
- Editorial española: Arechi
- Editorial japonesa: Overlap
- Tomo único serializado en la revista LiQulle de la editorial Overlap. Originalmente, salió a la venta en Japón en 2023
- Cackeverse, romance, mxm romance, erótico, sin censura
- Traducción: María Reimondo Saá
- Páginas: 208
- Precio: 9'95 €
- Gracias a la editorial por el ejemplar de prensa para su lectura y reseña.
SINOPSIS
En el cakeverso, algunas personas pierden el sentido del gusto (tenedores) y otras nacen con buen sabor (pasteles). A pasteles y tenedores los une un contrato de donación de fluidos. Andô es un pastel que trabaja en el Ayuntamiento de Yoisu. Allí conoce a un tenedor llamado Sabitsugu, quien lo mira como si fuera a comérselo. Para colmo, el incansable joven lo espera día tras día a la salida del trabajo con la esperanza de conquistarlo.
¿Es hambre o deseo? Sabitsugu lo llama amor a primera vista, pero ¿es posible el amor entre un pastel y un tenedor? Andô se derrite cada vez que Sabitsugu lo lame, lo chupa o lo toca. ¿Quién le iba a decir que le gustaría tanto que lo devorasen…?
OPINIÓN PERSONAL
Puede que muchos no lo sepáis, pero además del omegaverse, existen otros verse, es decir, otros universos -o subgéneros- que permiten experimentar e innovar dentro de la fantasía y la ciencia fricción para crear nuevas historias dentro del género del Boys'Love. Uno de estos universos que está comenzando a despegar en Japón es el cackeverse, universo de pasteles, donde los seres humanos cuentan con un género secundario, además de su sexo o género biológico. Puede que, en primera instancia, esto de que tengan un subgénero aparte os traiga recuerdos del sistema del omegaverse, pero el cackeverse se aleja mucho del primero. Para empezar, no tenemos parejas destinadas de ningún tipo, ni hay épocas de celos ni feromonas, mucho menos hay embarazos masculinos.
¿En qué consiste, pues, el cackeverse?
En el cackeverse tenemos tres subgéneros: los tenedores, los pasteles y los naturales. Los tenedores son una minoría de la población y son personas que pierden el sentido del gusto y solamente sienten algo en sus papilas gustativas cuando devoran a un pastel. Pero "devorar" en el cackeverse no quiere decir que haya canibalismo ni que se coman a nadie, sino que hace referencia a los fluidos que exudan o generan los pasteles como el sudor, la saliva, el semen (y podéis imaginar el resto). Por su parte, los pasteles (que también son minoría) son las presas de los tenedores y cada pastel tiene su propio sabor. Estos experimentan placer cuando son devorados por un tenedor (una de las características principales de este verse es el erotismo y el marranerío que implica devorar fluidos corporales, es decir, muchos lametones). Por último, los naturales son la gran mayoría de la población y son personas normales y corrientes que no tienen rasgos de pasteles ni de tenedores.
Sabiendo más o menos cuáles son las reglas básicas de un cackeverse, ¿qué es lo que encontramos concretamente en ¡Comerme no estaba dentro del contrato!? Pues tenemos una historia muy erótica y marrana que va genial como introducción para adentrarnos en este subgénero y entender las dinámicas de este tipo de obras que, poco a poco, tienen más adeptos en Japón.
«Muchos tenedores [...] me lanzan miradas hambrientas, pero esta vez he sentido algo más aparte de miedo».
Andô es un pastel que trabaja en el Departamento de subgénero del Ayuntamiento de Yoisu, y a pesar de tener que lidiar con tenedores que desean devorarlo por su condición, él no quiere que los naturales se encarguen de su trabajo y tener un trato preferencial. Un día, un joven tenedor, el cual es un estudiante de último curso de instituto, aparece en el Ayuntamiento para solicitar un aumento de las descargas eléctricas que, como tenedor, recibe como un método de protección hacia los pasteles si se propasa con alguno de ellos sin su consentimiento. Esto hace que el chico, al oler a Andô, sienta un hambre voraz, mirándolo como nunca antes lo había hecho, deseándolo con cada fibra de su ser. Esperándolo en la puerta, cuando Andô sale del trabajo, Sabitsugu Tabeshita, que así se llama el joven, lo acribilla a preguntas y se le declara, diciéndole que jamás había olido a un pastel como él. Esto pone a Andô en un compromiso, a la vez que siente miedo por el ardor de la mirada de ese tenedor.
«Antes de que seas mi novio, quiero que me dones tus fluidos».
Aunque lo rechaza, Tabeshita no se rinde, y acude día sí y día también al Ayuntamiento y espera a Andô a que acabe de trabajar para intentar seducirlo y enamorarlo. Esto hace que Andô deba pensar en una forma de que el chico, que es menor de edad y estudiante, siga yendo a perder el tiempo con él cuando este no desea estar con ningún tenedor. Por ello decide proponerle a Tabeshita que se busque a una pareja de fluidos, ya que claramente lo que siente por él es el deseo innato de los tenedores por un pastel. Esto no sienta nada bien a Tabeshita que, finalmente, decide proponerle a Andô que sea él su pareja de fluidos antes de que se enamore de él y acepte ser su novio.
«Tu olor es mejor que el de cualquier pastel que haya conocido».
En un mundo donde hay depredadores llamados tenedores y presas catalogadas como pasteles, Andô hacía mucho tiempo que no sentía que un tenedor lo miraba con tanto deseo por lamerlo de arriba abajo y dejarlo seco. Tabeshita, un estudiante de último año, se queda prendado de su dulce aroma y lo desea con todas sus fuerzas; tanto es así que siente que se ha enamorado a primera vista de ese funcionario del Ayuntamiento. Esto hace que Tabeshita vaya todos días al lugar de trabajo de Andô para esperarlo y poder verlo, hablar con él y enamorarlo, ya que no está por la labor de rendirse.
Sintiendo miedo por tal intensidad de deseo en su mirada, aunque también experimentando cierta satisfacción por sentirse tan fuertemente deseado, Andô no quiere ni oír hablar de tener nada con alguien que todavía es menor de edad -aunque sea solo por poco tiempo-. Por ello, decide proponerle a Tabeshita que se busque una pareja de fluidos y que lo deje en paz. Porque todo esto se debe a su condición de pastel, puesto que los tenedores, al perder el sentido del gusto, solo pueden sentir sabores cuando devoran los fluidos corporales de los pasteles. Es por esto que el Gobierno da ayudas suplementarias para los tenedores, y también existe el contrato de Parejas de fluidos en el que un tenedor y un pastel se ponen de acuerdo sobre qué fluidos dona el pastel y en qué condiciones; todo ello para garantizar el consentimiento del pastel y el que todo sea legal.
Negándose a tener otra pareja que no sea Andô, Tabeshita le pide a este que sea él quien sea su pareja de fluidos hasta que termine dejando la testarudez y se enamore de él. El problema de esto es que para Andô es difícil tener una relación que vaya más allá con un adolescente menor y que va al instituto, pero también se siente fatal cuando descubre que Tabeshita tiene problemas para alimentarse, porque ni con los suplementos siente solaz al comer. Esto termina por ablandar a Andô que decide aceptar firmar con él el contrato de pareja de fluidos. Será en ese preciso momento que el deseo de ambos estallará y, poco a poco, Andô irá cayendo en las redes del apasionado y buenazo de Tabeshita.
Siendo el cackeverse un género erótico por su naturaleza, ¡Comerme no estaba en el contrato! es un tomo único donde la erótica es el punto principal de la historia, a la vez que el romance entre Andô y Tabeshita. Introduciéndonos en el cackeverse de un modo sencillo y para nada complejo (contamos además con una página inicial introductoria y explicativa antes de empezar a leer la historia), Umako Hareya crea específicamente en el mundo de su obra una serie de normas para que el consentimiento sea un pilar fundamental, y encontramos en este volumen único una relación para nada tóxica con dos protagonistas que, si bien sienten pasión y deseo a causa de su género secundario, ninguno de ellos actúa más allá de lo que quiere el otro; siendo los sentimientos de depredador de un tenedor puestos en juego cada vez que Tabeshita se encuentra a solas con Andô.
«Su olor invade la habitación y me aturde los sentidos. ¿Es así como te sientes siempre, Tabeshita?».
Todo este «marraneo» lo tenemos en todo su esplendor, gracias a la edición sin censura que se ha marcado Arechi, y si bien el sexo no es tanto en cantidad, es de agradecer poder prescindir de sables láser o de borrones o de cintas negras o blancas en los miembros viriles. En cuanto al arte de Umako Hareya, este es muy bonito y tiene un toque personal de la mangaka en su forma de trazar los ojos y de caracterizar la expresividad y las emociones de sus personajes. Encontramos fondos y muchos detalles en su arte, cosa que se agradece para ubicarnos y situarnos espacialmente en la historia.
Siguiendo con el tema la edición, el libro que ha editado en España Arechi es de tamaño b6, con sobrecubierta, sin páginas a color (tal cual la edición japonesa) y sin problemas de impresión o de guillotinado en sus páginas. La impresión es nítida, no hay moiré ni ningún desperfecto. Como es habitual, el libro viene con las paginas cosidas, es supermanejable y se lee sin tener que forzarlo para abrirlo. Sobre la rotulación, está muy bien en líneas generales, salvo por un pequeño error en la página explicativa del cackverse que tenemos un boliche sin el texto correspondiente, es decir, que está en blanco y el texto que debería haber está en el párrafo de arriba. La traducción me ha gustado mucho y las voces de los personajes son muy acertadas, así como el tono que se le ha dado a la obra y que no desentona para nada. La verdad es que se lee fenomenal.
¡Comerme no estaba en el contrato! es un tomo único muy recomendable para aquellas personas que quieran conocer qué es el cackeverse y también para los amantes de la erótica y del marranerío, con el aliciente de que es sin censura. Lectura amena, ardiente, supersensual y pasional, es obra perfecta para una tarde de frío en el que necesitamos entrar en calor.





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