viernes, 29 de diciembre de 2023

Reseña: Sabor a melón 1-2 de Etsuko

 "Cuando abrazo a Kiuchi, los límites se desdibujan y siento que nos volvemos uno"


FICHA TÉCNICA

Título original: Melon no aji (en japonés メロンの味)

Autora: Etsuko (en japonés 絵津鼓)

- Editorial Española: Distrito Manga

- Editorial Japonesa: Tayo Tosho

- Serie completa de 2 volúmenes serializado en la revista ihr HertZ de la editorial Tayo Tosho. Publicado originalmente en Japón en el 2021. 

- BL, romance MXM, drama, salud mental, LGBTIQ, slice of life 

- Sexto puesto en la categoría BEST comics  de los premios BL Awards en 2022

- Traducción: Nuria Cimas Pita

- Páginas: 384 (totales entre ambos tomos)

- Precio pack: 19'95€

- La primera tirada con postal de regalo

- Ya a la venta


SINOPSIS

Vuelve Etsuko, autora de Joy, con una nueva historia de amor inesperada entre dos almas perdidas en la intimidad de su hogar.

Kiuchi está pasando por una mala racha y acaba de dejarlo con su novia. Mientras ahoga sus penas en alcohol en un bar que suele frecuentar, cae en la cuenta de que ya no tiene un sitio en el que vivir. Con todo el morro, le pide al camarero si puede quedarse con él unos días. Nakajô acepta a regañadientes, pero, tras tanto tiempo solo, en el fondo se alegra de poder compartir su hogar con alguien. Kiuchi es atractivo y muy cariñoso, por lo que Nakajô decide ocultarle que es gay y evitar así que se marche. Sin embargo, la situación se vuelve más tensa y se complica cuando Kiuchi le confiesa a Nakajô que no puede dormir sin sentir el calor de otra persona a su lado... ¿Qué le depara el futuro a esta pareja tan atípica?


OPINIÓN PERSONAL

Gracias a JOY, Etsuko se ha vuelto una autora de BL muy interesante para mí y a la cual sí o sí quiero leer dentro del género. Una de sus últimas obras que más ganas tenía de leer, y que ha cosechado éxito dentro y fuera de Japón, era Sabor a Melón; de la cual no tenía ni idea de lo que trataba salvo que nos narraba la convivencia entre dos chicos. Así que con esta lectura iba completamente a ciegas y poco esperaba lo que me he encontrado entre sus páginas. 

Nakajô trabaja en el bar de un local de conciertos y uno de los clientes habituales, Kiuchi, le pregunta si vive solo. Cuando el joven le responde que sí, éste le pide si puede irse a vivir con él de forma temporal, ya que lo ha dejado con su novia y se encuentra sin un techo donde cobijarse. Nakajô, que realmente no lo conoce de nada, intenta persuadirlo para que se vaya a casa del jefe del local o de sus conocidos y amigos, pero como ninguno de ellos parece estar por la labor, al final Nakajô acepta que el chico se vaya a su casa. Una vez allí, Kiuchi le confiesa que no puede dormir solo sin el calor humano y le pide que si pueden dormir juntos en su gran cama, a lo que Nakajô se niega en redondo. Al poco tiempo, a Nakajô no le queda otra que confesarle a Kiuchi que es gay y de ahí que le sería incómodo dormir juntos. A Kiuchi le resbala su orientación sexual y, sin darle mayor importancia, consigue que ambos finalmente  duerman juntos. Es a partir de esta pequeña victoria, y su incapacidad para encontrar un piso, que Kiuchi se quedará mucho tiempo en el piso de Nakajô donde ambos comenzaran a conocerse el uno al otro, a meterse muy adentro en una relación que irá mucho más allá de lo físico, tomando un plano que podría considerarse más metafísico, y de comprensión y aceptación mutua. Como si sus almas se hubieran fusionado y ahora ambos fueran un solo y único ser.  

Contada de forma muy intimista, realista y  sensible Sabor a melón es una obra muy adulta donde Etsuko no solamente tratan temas como la homofobia dentro de la unidad familiar, sino también la salud mental y todo los estragos que puede hacer la depresión en una persona desde el respeto y el realismo.

Sumergiendo al lector dentro de una atmosfera intimista, donde el espacio y lugar más importantes es el piso de Nakajô, Etsuko nos muestra a dos hombres completamente diferentes que, por una casualidad de la vida, acaban viviendo juntos y, a partir de ahí, desarrollan una relación tan fuerte que va más allá de lo terrenal y se desarrolla en un panorama mucho más intrínseco y espiritual.   

Nakajô es un chico gay que está viviendo una situación bastante difícil. La relación con su novio hace aguas desde hace mucho tiempo y la que tiene con sus padres hace mucho que es inexistente, sobre todo con su madre. Ésta cree que es culpa suya que sea gay, y cree que debe compensar a su hijo por no ser "normal" y es por ello que Nakajô vive en el edificio propiedad de sus padres donde tienen el negocio familiar sin tener que preocuparse por los gastos de la casa. Pero esa vida está desgastando mucho a Nakajô: tanto lo que lo une a su novio como lo que lo une a sus padres. 

Con la llegada de Kiuchi las cosas comienza a cambiar. No solamente porque ya no vive solo, sino porque puede hablar con alguien que no conoce su situación, de sacarse un poco de dentro todo lo que lo carcome: un dolor y una agonía que guardas tana dentro que acaba pudriéndote  y echando raíces; unas que no te permiten avanzar y te mantienen en un estatus quo perpetuo a pesar de saber que eso no te hace ningún bien.  

Por su parte, Kiuchi es una persona bastante peculiar. Siendo un ligón y que parece un viva la pepa, yendo de chica en chica, Nakajô está ciertamente sorprendido que tuviera una pareja, aunque esta no le haya durado mucho. De lágrima fácil, perezoso los días de lluvia, Kiuchi es un chico sin oficio ni beneficio que suele parase el día durmiendo y por las noches yendo al bar para irse con alguna chica a la cama. Aunque, ahora que vive con Nakajô y comparten comidas, conversaciones bastante personales y duermen juntos (sin ningún tipo de sentido sexual), parece menos interesado en irse con otras mujeres. Es más, el contacto entre ambos es cada vez más y más íntimo. Personal. 

Pero hay algo que no va bien en Kiuchi. Algo que se rompió hace mucho y que hace que le provoque insomnio si no duerme al lado de alguien, tos, agobio en los sitios donde hay aglomeración de gente, sentimiento de culpa, llorar de repente y pensamientos intrusivos y pesimistas. ¿Qué hará Nakajô cuando descubra lo que hay en el fondo del alma destrozada de Kiuchi?

De forma increíblemente real, sensible y respetuosa, Etsuko nos cuenta una historia donde uno de sus protagonista sufre depresión y varios de los síntomas que esta persona puede mostrar. Con un primer tomo muy introductorio donde se nos presentan a los personajes y varios aspectos fundamentales de sus vidas que los han marcado y han construido su psique actual, Etsuko nos va introduciendo las pistas y el desarrollo necesarios para que todo el peso de la trama se dé en un segundo volumen lleno de sentimientos, de amor, de dolor, de sufrimiento y de oscuridad con un atisbo de luz al final. 

Durante el primer volumen, Etsuko va consolidando la relación de los protagonistas y dándonos pistas sobre la situación mental de Kiuchi de una forma realista, pero llena de respeto hacia las personas que padecen esta enfermedad sin abusar del estado mental de la persona o de sus pensamientos más intrusivos, sino que lo plasma de forma sutil y con tacto cosa que también permite al lector no acabar de saber qué es lo que le sucede. Estas pequeñas pistas y pinceladas que pueden ser indetectables a simple vista, muestran una realidad en la que las personas que viven con depresión y que, obviamente, intentan salir de la misma, quieren "parecer" estar bien para llegar a estarlo o también puede ser el ejemplo perfecto de ese estado primario de la persona depresiva que todavía no ha aceptado que tiene un problema de salud mental. 

Nakajô, como el lector, irá descubriendo poco a poco la realidad de Kiuchi y todo lo que guarda en su interior. Y, lo más bonito de esta obra, no es que Nakajô se proponga salvar a Kiuchi en plan superhéroe y que lo consiga y todos sean felices y comieron perdices, como si la psique humana fuese facilísima de curar con el poder del amor. Todo lo contrario: Nakajô es un personaje sanador per se sin buscar nada porque, realmente, se limita a acompañar a Kiuchi sin esperar nada a cambio por su parte. Se limita a estar a su lado y a escucharlo cuando éste lo necesita. A tratarlo como a una persona normal. Sin atosigarlo. Nada. Solo está ahí dándole su calor y su compañía para que sea Kiuchi quien tome lo que necesite de él. Y eso se refleja increíblemente en las escenas cotidianas de ambos donde vemos a Kiuchi buscando el contacto de Nakajô, lo a gusto que está y que le sale querer un contacto más íntimo con él.

A lo largo de la obra, ambos van desarrollando una relación muy afectiva, y sí también física, en la que el entendimiento mutuo y la comprensión completa se van dando hasta llegar a un altísimo nivel de aceptación. Porque ambos, que se van conociendo a fondo y viendo cómo es cada uno poco a poco, terminan aceptando al otro por lo que es y no por lo que debería ser.   

Sabor a Melón, pues, es una historia muy psicológica, humana y sentimental, un slice of life adulto con dos personajes complejos que se irán sanando poco a poco y recuperándose al final del camino. 

El desarrollo de la historia me ha parecido el adecuado, con los tiempos perfectos en cada uno de los dos volúmenes y es muy buena estrategia que ambos tomos hayan salido juntos, ya que el primero es más introductorio y calmado en el que las piezas se están colocando en su sitio y podría no acabar de convencer al lector si no tiene el segundo  a mano donde todo cobra sentido y se dan las pinceladas finales de una obra muy buena.

Aunque creo que es una historia dura por el tema de la salud mental, el trato que le da Etsuko lo hace todo muy digerible, poco traumático o doloroso para aquellas personas que también hemos vivido (o seguimos) viviendo con depresión. En mi caso, que he padecido depresión (y que sufro de épocas con ansiedad), no me he sentido incómoda al recordar cosas que he experimentado con el personaje de Kiuchi. Como digo: Etsuko narra de forma sensible y desde el respeto a las personas que sufren este tipo de enfermedad otorgándole una visibilidad muy necesaria ya que, aun a día de hoy, se banaliza mucho la salud mental y en el caso de Japón es peor incluso que en España. 

La edición española de Distrito Manga es de buena calidad, la típica que tienen todas las obras que editan. El formato de ambos tomos es de b6, con página a color inicial, tiene una buena rotulación  y ambos volúmenes se venden juntos en un pack con una postal de regalo. La traducción corre a cargo de Nuria Cimas Pita y, en lo personal, me ha gustado mucho. 

Sabor a melón no es el típico manga con una hermosa y cuqui historia de amor entre dos polos opuestos, sino que estamos ante una historia profunda, compleja y adulta con una narrativa pausada, que busca desarrollar y profundizar en los personajes, pero que a su vez lo hace de forma ligera y sensible. Estamos ante una obra seria que trata temas duros, pero que lo hace desde un punto de vista positivo, uno desde la esperanza para el lector que llegue hasta el final. Aunque todo lo veas negro y creas que tu sufrimiento no tiene fin, puede que te aguarde algo que te permita sanar poco a poco y dejar de vivir en la oscuridad. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario